Torreón El Canelo
REPRODUCTOR
miércoles, 10 de abril de 2013
jueves, 4 de abril de 2013
El Torreón El Canelo
que permanecen en pie de la antigua
fortificación de Valdivia. La ciudad, fundada en 1552 por Pedro de Valdivia,
fue arrasada por el levantamiento indígena ocurrido a fines del siglo XVI.
Durante el siglo XVII, el Virrey del Perú Antonio de Toledo, envió una armada
dotada de un contingente de 900 hombres, de pertrechos y de gran cantidad de
materiales de construcción, para cumplir dos objetivos: refundar la ciudad de
Valdivia y establecer fortificaciones en la zona, particularmente en la
desembocadura del río de este nombre. Estos objetivos eran altamente
prioritarios para la Corona Española, en virtud del carácter estratégico del
lugar. Era necesario para la soberanía imperial mantener bien defendida esta
zona costera, expuesta a las ambiciones de las potencias rivales (Inglaterra,
Holanda, Francia), que ya habían incursionado en ella a través de varias
expediciones.
La gestión del Virrey Toledo dio
origen a la plaza fuerte más grande de la costa americana del Pacífico,
integrada por un conjunto de fortificaciones entre las que se cuentan los
Fuertes de Corral y Niebla, el Castillo de San Luis de Alba y el de San Pedro
de Amargos, entre otros. En lo que respecta a Valdivia, además de refundar esta
ciudad, la armada enviada por el Virrey procedió a fortificarla también,
dotándola de defensas de fajinas y tierra que más adelante serían reemplazadas
por murallas de piedra. Es sin embargo en el siglo XVIII cuando el plan de
fortificación de Valdivia alcanza su plena ejecución, en virtud de un completo
plan elaborado por el ingeniero Juan Garland. Parte importante de este plan era
la construcción de estos dos torreones, que el Gobernador de la plaza Joaquín de
Espinoza ejecutó en 1774 en virtud de la amenaza que representaban no tanto los
rivales europeos como los indígenas del lugar.
Los torreones Picarte y Los
Canelos (antes llamado "Del Barro") son de forma cilíndrica y fueron
construidos con ladrillo y cal; los muros tienen un grosor de 60 centímetros en
su base y de 30 centímetros en su parte superior. Las estructuras fueron
pensadas para servir de atalayas o miradores, sin embargo, se las usó además
como calabozos, almacenes de pólvora y molinos de viento. La construcción de
estos baluartes resultó muy frustrante para Espinoza, que fue cuestionado por
la supuesta inutilidad de estas estructuras.
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